Papa Grumen : : : : Un mito de hoy, de ayer y de siempre

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jueves, enero 30

 
Dice el maestro:
De aquí en adelante, y a lo largo de unos cientos de años, el universo boicoteará a los que tienen prejuicios.
La energía de la Tierra necesita ser renovada.
Las ideas nuevas necesitan espacio.
El cuerpo y el alma necesitan nuevos desafíos.
El futuro llama a nuestra puerta y todas las ideas, excepto las que envuelven prejuicios, tendrán la oportunidad de surgir.
Lo que sea importante quedará; lo que sea inútil desaparecerá.
Pero que cada uno juzgue simplemente las propias conquistas: no somos jueces de los sueños de nuestro prójimo.
Para tener fe en nuestro camino, no es preciso demostrar que el camino del otro es equivocado.
El que actúa así, no confía en sus propios pasos.


Por Paulo Coelho.


Escrito por Grumen : : : jueves, enero 30, 2003


lunes, enero 27

 
Ayer, consumido entre mis excusas y mis reproches, decidí que no era un buen momento para seguir corriendo en sentido contrario a la sensatez.
Ayer, melancólico y desarmado, sólo pude inspirar mis manos para dejar una página en blanco, un barco a la deriva.
Ayer, sabiendo que no sabía cuánto he sabido (y las cosas que no sabré), supuse que Sabina lo hubiera dicho mejor.

Si ayer la tristeza era mi dueña mañana lo será la vida:

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntes adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.

Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.



Y si alguna vez me visitó la tristeza era porque se aburría de no jugar nunca con la soledad:

Algunas veces vuelo
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
en esa hora maldita
en que los bares a punto están de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.

Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te arañe el corazón;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.

Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna,
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama Soledad.

Algunas veces gano
y otras veces
pongo un circo y me crecen los enanos;
algunas veces doy con un gusano
en la fruta del manzano
prohibido del padre Adán;
o duermo y dejo la puerta
de mi habitación abierta
por si acaso se te ocurre regresar;
más raro fue aquel verano
que no paró de nevar.

Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna,
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama Soledad.


Y es que el maestro siempre lo dijo mejor.

Hoy, ni melancolía ni soledad, ni tristeza ni dejadez.
Hoy aprendo que la vida es pura en esencia, que no hay un después.
Hoy convivo con mi deseo, sin reproches, sin excusas, aunque no sepa cuál es.
Hoy acudo a mi entierro y a mi renacer.


Escrito por Grumen : : : lunes, enero 27, 2003


martes, enero 21

 
¿FALTA DE S.E.X.O.?

Es curioso, con recien cumplidos veintiseis años, no me gusta el dulce. Bueno, no excesivamente.
Desde que tengo capacidad para recordar, cuando mi madre amenizaba la comida con suculentos manjares aceitosos y rebosantes de glucosa, mientras todos se atiborraban de grasas prácticamente indestructibles por el cuerpo humano, yo prefería ocupar mi tiempo en resolver puzzles no extremadamente difíciles.
Ahí estaban todos esos turrones, profiteroles, trufas, merengues, milhojas y demás dulces tentadores (tentadores para el resto de mortales), sin embargo yo me dedicaba a dejar constancia de mis habilidades para marcar mis costillas introduciendo el estómago hacia atrás, como si careciera de él.
Siempre renuncié a los grandes placeres de la vida, por desconocimiento más que por renuncia, como renuncié a los dulces de pequeño.

Ahora, tras sufrir una infancia desdichada de la que carezco de recuerdos, quizás debido a una felicidad desbordante. Tras disfrutar con los alegres años de negativas y romances imposibles por cobardía y prejuicios de mi adolescencia. Ahora, en la plenitud de mi vida, en mi madurez, he de confesarles que me arrepiento.
Me arrepiento de haber intentado sustituir un placer por otro aún mayor.

Cuando llegó a mis manos aquella tableta de chocolate, que misteriosamente algún desconocido olvidó en mi nevera, estaba tan desesperadamente necesitado de auxilio que la única solución cercana, tan cercana que la tenía en mis manos, era darle un mordisco a esa tentadora manzana del Paraíso con la que Eva y Adán inventaron el pecado, el Pecado Original debió ser por culpa del chocolate; a esa bendición divina convertida en oro dulce por la que los buscadores del antiguo Oeste americano se mataban los unos a los otros.

Cometí el mayor error de mi corta vida y ahora me arrepiento, porque es inútil convertir en diamantes un saco repleto de simples piedras.
Ahora me he convertido en un adicto al chocolate, ¿será por falta de sexo?

FIN


Escrito por Grumen : : : martes, enero 21, 2003


jueves, enero 16

 
Esta canción, del conocido y carismático guitarrista Joe Satriani, se ha convertido en un himno que entono cuando estoy deprimido y que me ayuda a superar los bajos momentos. Dice algo así como que hay que creer en los sueños de uno mismo. Sólo creyendo feacientemente en ellos, sólo teniendo fe en uno mismo, se alcanzarán las metas marcadas aunque se trate de objetivos, a priori, inalcanzables.

Yo, como cualquiera, también tengo mis sueños, mis ilusiones.
Unos se van cumpliendo conforme avanza mi vida. Son los sueños que están más al alcance de mis posibilidades.
Otros, los más importantes y por ello más inaccesibles, espero ver realizados algún día.
Yo, al menos, tengo fe en ello.

Un beso a todos.

P.D: "Crean a ciegas en sus sueños y los verán cumplidos" Antiguo proverbio grumenio.


Escrito por Grumen : : : jueves, enero 16, 2003


 
JOE SATRIANI
Flying in a Blue Dream (1989)

"I Believe"

I've been out walking for hours.
I've got something on my mind.
How did we get here? Where are we going?
And why is life so hard?

I read the stories, see the photographs.
World's in a crazy space.
I've got to hold on to my dreams;
There's just no other place.
There's just no other place.

CHORUS:
I believe
We can change anything.
I believe
We can rise above this.
I believe
There's a reason for everything.
I believe
In my dream.


I've seen the shadows of the living.
Seen them turn and walk away.
And I keep searching for the right words
To send these thoughts away.

There's a picture I like to look at,
A picture of a beautiful face.
And I see something in her eyes,
Sends me to a better place.
Sends me to a better place.

CHORUS

I believe
We can change anything.
I believe
In my dream.


Escrito por Grumen : : : jueves, enero 16, 2003


martes, enero 14

 
Otra gozada, la poesía:

QUIZÁS BUSCANDO

Soy un perfeccionista loco,
incrédulo de mi tiempo,
quizás risueño
pero imperfecto.
Abro caminos con mi lamento
que tras mis pasos se vuelven a cerrar.
Sacrifico un pensamiento por una mirada cómplice
que nunca más volveré a pensar.
Recorro somnoliento las calles de mis sueños
buscando quizás de tu instinto una caricia
que tus manos me volverán a negar.
Pero imperfecto
suplico a tu voz una palabra
que el silencio me devolverá al contestar.
Buscando quizás una mirada,
quizás una caricia, una palabra;
pero imperfecto sigo
buscando la perfección que escondes.


Escrito por Grumen : : : martes, enero 14, 2003


 
...Había conquistado el derecho, en esos últimos meses de su mortalidad, a pasar de la broza o paja meramente simbólica al pan del hecho real y sustancial. Para ángeles de un orden menor y con mejores perspectivas de longevidad, conviene que haya un retorno a la broza. Pero el hombre que regresa por la Puerta en el Muro ya no será nunca el mismo que salió por ella. Será más instruido y menos engreído, estará más contento y menos satisfecho de sí mismo, reconocerá su ignorancia más humildemente, pero, al mismo tiempo, estará mejor equipado para comprender la relación de las palabras con las cosas, del razonamiento sistemático con el insondable Misterio que trata, por siempre jamás, vanamente, de comprender.

Fragmento final de "LAS PUERTAS DE LA PERCEPCIÓN" de Aldous Huxley.
Una gozada.


Escrito por Grumen : : : martes, enero 14, 2003


miércoles, enero 8

 
Permítanme felicitarles el año, aunque con retraso.

Que este 2003 que ahora irrumpe sea mucho mejor que el que se fue y podamos en armonía y paz disfrutar de muchos más años venideros.
Que toda la maldad pasada se transforme en bondad y que las buenas intenciones imperen sobre los feos deseos.


Escrito por Grumen : : : miércoles, enero 08, 2003